El piano comenzó a sonar. La luz se apagó. Suzanne se sintió entonces invisible, invencible y se puso a llorar de alegría. Era el oasis, la sala negra de la tarde, la noche de los solitarios, la noche artificial y democrática, la gran noche igualitaria del cine, más verdadera que la verdadera noche, más encantadora, más consoladora que todas las verdaderas noches, la noche elegida, abierta a todos, ofrecida a todos, más generosa, más dispensadora de buenas acciones que todas las instituciones de caridad y que todas las iglesias, la noche en la que se consuelan todas las vergüenzas, donde van a perderse todas las desesperanzas, y en la que se lava toda la juventud de la horrible mugre de la adolescencia.
Marguerite Duras
Leer esto me reconcilia con Marguerite Duras, habia algo en su novela el amante que me disgusto, no se muy bien qué. Josefina debe ir adelante.
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