jueves, 15 de julio de 2010

Amistades

Por lo que me concierne, en efecto, entre todas las cosas que no dependen de mí, no hay ninguna que aprecie más que un vínculo de amistad establecido con hombres que aman sinceramente la verdad. Lo creo, en efecto: entre los objetos que no están en nuestro poder, no hay en el mundo otro al que podamos entregarnos con más tranquilidad que a la amistad de tales hombres; así como no podemos abandonar la verdad una vez que la hemos percibido, los hombres no pueden dejar de amarse unos a otros cuando la amistad que se profesan se funda sobre su común ardor por conocer la verdad. Una amistad de esta naturaleza, ¿no es además, entre todas las cosas que no dependen de nosotros, lo que hay de más elevado y más amable? Y la verdad, ¿no es lo que puede acercar las opiniones y unir estrechamente las almas? No diré nada más de las ventajas muy considerables que emanan, por no detenerme en una cuestión que ciertamente usted conoce tan bien y, si he creído que debía rozarla con una palabra en las líneas que preceden, es por señalar mejor hasta qué punto me sería dulce, también en el futuro, aprovechar cualquier ocasión para servirle a usted.


Baruj Spinoza

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